¿De qué careces esposa mía? ¡Te pregunto de una vez por todas! ¿Acaso careces de lealtad? ¿Acaso careces de afecto? ¿Acaso careces de adulaciones? ¿Acaso mi palabra es irrespetuosa? ¿Acaso careces de una conversación romántica? ¿Acaso careces de un beso espontáneo? ¿Acaso careces de la cursi rosa roja después de la pelea? ¿Acaso careces de desatención? ¿Acaso careces de coqueteo y tocamientos indebidos? ¿Acaso no disfrutas del placer? ¿Acaso no suspiras de amor al día siguiente? ¿Acaso no valoras nuestra soledad? ¿Acaso mi amor no te vasta? ¿Acaso mi confianza en ti no es ciega? ¿Acaso no obedezco tu mirada? ¿Acaso careces de aire, de sol, de lluvia, de tierra? ¡¿Acaso, al final de cuentas, careces de Dios?! Mujer, te acepto que no sea amigo de los detalles románticos, y que a veces no te ayude con las crespas, y que el mucho dinero no sea mi fuerte. Acepto que careces de eso. Pero también acepta que tienes mucho aunque lo haces parecer como nada. Acepta que no eres