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Mostrando entradas de septiembre, 2012

El médico y su medicina

Incrédulo por sobre los demás y seguro de sus remedios y de su ciencia, iba por el pueblo irradiando a diestra y siniestra recetas infalibles de laboratorios y probetas. Desatento a las señales, desatento a lo que realmente hacía falta porque en sí mismo sentíase completo, no pudo prevenir lo que sabía prevenir y cayó enfermo, grave. Ya en reposo, aunque dependiente de otros, se dio cuenta que enfermó para aprender. El cuerpo secretaba el milagro de la sanación sin horarios ni prescripciones, apenas con un poquito de paciencia y atención, apenas con una pizquita de fe y oración. Entonces aprendió que la mejor medicina era el amor y el cariño proveído por quienes lo hacían sentir afortunado en todo momento.

Enemigos

En tiempos de guerra y oscuridad, dos desconocidos, sin verse uno al otro, tropiezan entre sí. Uno de ellos pregunta con voz firme y amenazante “¿Quién anda allí?” ... Al no encontrar respuesta rastrilla su arma y grita “¡Quién está allí?” ... El otro, mientras enciende su linterna para marcar un punto de luz en la oscuridad, responde   “Soy yo, y no tengo arma alguna para enfrentar esta batalla, porque solo el que tiene miedo siente la necesidad de defenderse. Hoy no tengo miedo y siento la necesidad de traslucir tus sentimientos o ser parte de ellos” .

Pobreza y reciprocidad

La pobreza material es una ilusión que nos hace creer que los desposeídos necesitan de los ricos para sobrevivir. Cuando esto pasa, nace el negocio del donante y del mendigo. El primero trata de lavar su conciencia mientras que el otro se convierte en un pedigüeño emprendedor. En este negocio la publicidad y el espectáculo no son ajenos. Como testigo, afirmo que enhorabuena descendieron a esta tierra las enseñanzas del cosmos superior. Allá no son los ricos que regalan a los pobres ni los pobres se arrodillan ante los ricos, sino que los dones se intercambian solo para que la energía siga fluyendo entre los seres vivos, y nada más. Allá, y como algunas veces he visto pasar acá, las cosas se dan sin esperar que regresen (caridad), sin fijarse en el aspecto del otro (irreflexivo), sin escoger lo que tenemos que dar (desprendimiento), sin cálculo de inversión (desinterés), sin decir luego que se ha dado (anonimato), y sin traducir la cantidad y la calidad de lo donado (sin eufemismos).