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Pobreza y reciprocidad

La pobreza material es una ilusión que nos hace creer que los desposeídos necesitan de los ricos para sobrevivir. Cuando esto pasa, nace el negocio del donante y del mendigo. El primero trata de lavar su conciencia mientras que el otro se convierte en un pedigüeño emprendedor. En este negocio la publicidad y el espectáculo no son ajenos.
Como testigo, afirmo que enhorabuena descendieron a esta tierra las enseñanzas del cosmos superior. Allá no son los ricos que regalan a los pobres ni los pobres se arrodillan ante los ricos, sino que los dones se intercambian solo para que la energía siga fluyendo entre los seres vivos, y nada más. Allá, y como algunas veces he visto pasar acá, las cosas se dan sin esperar que regresen (caridad), sin fijarse en el aspecto del otro (irreflexivo), sin escoger lo que tenemos que dar (desprendimiento), sin cálculo de inversión (desinterés), sin decir luego que se ha dado (anonimato), y sin traducir la cantidad y la calidad de lo donado (sin eufemismos). Y así debemos dar todo cuanto podamos, porque como testigo les digo que tanto allá como acá estamos en deuda con el Universo y hay que encontrar la forma de retribuirle. 

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Los días oscuros

No importa el motivo ahora, pero hay días que amanecen oscuros. Son esos días malnacidos en que nos metemos de lleno al hoyo de nuestros vicios e imprudencias. Días negros, malditos. Están cargados de rabia, odio, frustración, decepción y cólera. Estos sentimientos hacen de la oscuridad un lugar acogedor desde donde disparamos los dardos envenenados más certeros para desmenuzar lo que hemos construido o lo que tanto nos costó amar. Nos convertimos en esa parte del universo, la que absorbe todo a su paso, incluyendo la luz de las estrellas y los pedacitos estelares de pan, somos agujeros negros en plena y orgullosa acción. ¡Así se van al carajo "esos días maravillosos" y se acabaron las "palabras de amor" para todos! Sí pues, esas caídas en el hoyo de nuestras negras emociones son constantes en nosotros los seres ordinarios. Sí pues, la furia, la rabia y todo aquello es parte de nuestra vida y así será siempre, hasta que aprendamos a manejarlas. Pero hasta ...

El poema que me pedisteís

¿Quieres un poema? Pues allá va. Pero te advierto, será un reclamo, una pausa. ¿Hablará de amor? Por su puesto, pero no será romántico, será un chanque, tipo “toda la noche canchis, canchis”. … Me dices: “Doooosio, hace tiempo que no me escribes un poema”. Me pregunto: ¿Será por mi ausencia o por tu pena? Son ambos. ¿Me exiges un poema porque ya no te quiero escribir? o ¿Me exiges un poema para exigirte a ti? Son ambos. Yo, signado por las distracciones y dedicado a los hermanos mayores, los indígenas. Y tú, marcada por la pérdida y atribulada por los caprichitos de nuestras hijas, las crespitas. Aún así, aunque el día duele, la noche, para ambos, es un consuelo, porque nos abrazamos. Ya no estaremos al día siguiente; seremos ausentes, otra vez. Los reencuentros son de noche, en el lecho. Amaneceremos erizados, lanzando las punzadas que para mí son bromas y para ti ofensas. Pero en la noche, en la camita, no habrá frío, no habrá helada de junio, eso es seguro. … ¿Quieres un poema? Pues...

Hay veces

Hay veces en que me siento un Apuchin, e inflo el pecho como todo espadachín. Esto pasa cuando encuentro a alguien chiquitín. Hay veces en que me siento nadies , porque digo inocentadas y me trago desaires. Esto pasa cuando alguien me habla con insuflados aires. Hay veces en que me desconozco. Soy torpe, iracundo y tosco, pero soy yo, lo confieso, y no alguno de los Orozco. Hay veces, ocasiones,  en que canto, rezo, oro, y vibro. Y entonces,  curo, sano, y limpio. Y mi voz no es la mía,  es la de otro. Hay veces, como ahora, en que me siento pleno, tranquilo, sin el tiempo, como quien regresa al seno. Seguro que alguien dirá que estoy en algo bueno.  A veces soy uno u otro,  pero muy pocas veces, uno. Soy todos ellos, pero más que nada,  me gustaría ser solo uno.  Y aunque puedo escoger ser todos, elijo el que está aquí,  el que escribe en su mente estos pensamientos. 

El Kuraka (poema)

Yo soy el kuraka, el señor todo bondadoso y comprensivo, el que cumple su palabra, el que lleva sonrisas y alegría. el que discursa con franqueza, el firme y certero, el inquebrantable, el permanente. Yo soy el kuraka, el que ofrece el corazón al bosque, el que se purifica en el río, el que disfruta desnudo la lluvia, el que bebe masato con algarabía, el que ofrece sin demora. Yo soy el kuraka, el que hallpa en compañía, el que viaja con paciencia, el que observa el infinito, el que contempla los cambios, el que compra de más. ¡Yo soy el abundante, el paciente, el alegre, el sincero, el inocente, el caminante firme, seguro e intrépido! Cusco, 23 de enero de 2020.

Inocencia

"Un destellito de Inocencia para no olvidar de dónde venimos" En la profundidad de su reflexión la Gran Entidad Creadora del Universo pensó en cómo dar forma a la Perfección; quiso evidenciar la Luz Sublime que poseía en cosas certeras. Fue así que creó una esfera que llamó la Gran Madre e Hija de la Vida, en donde podía albergar el fruto de su Gran Amor. Empezó con lo primordial, con la Nueva y Más Joven Luz Blanca (ya había creado otras estrellas) y la acompañó con un reflejo, la Gran Luz Llena, Creciente y Nueva (sabía lo que hacía). Entonces dijo agua, viento y tierra, y así se hizo en la Gran Esfera de la Vida. Entonces volvió e hizo mil formas de animales, plantas y minerales. A cada una les dotó de cuerpo y espíritu, pero además les dio su propia Gracia: la Incesante e Imperecedera Inocencia . Su obra era perfecta. Entonces se retiró a meditar de nuevo. Notó que la Gran Esfera de la Vida, la Gran Madre e Hija, acogía sin dilema a sus hijos. Todos los seres cump...