Luego de la discusión se miraron llorando,
y heridos en el fondo se abrazaron. La claridad de su llanto ayudó a ver el
alma de cada uno, solo así pudieron leer en silencio qué decían sus corazones: olvidemos
todos los antecedentes. Nada de los hechos del pasado serán nombrados, aunque
son el germen de estas palabras. Todo empieza ahora. Lo que salga a
continuación ayudará a conservar lo que más amamos de verdad: el compromiso de
la sangre.
Las bases de nuestra unión reposan en el vaivén
de la felicidad y la tristeza; cuando hay fiesta crece la sonrisa y cuando hay
enfermedad sobreviene el dolor, como decir que un día agradecemos el calor y
más tarde aborrecemos el frío. Así, con altos picos y hondos abismos, no lograremos
encontrar el permanente veranillo que espera en nuestro interior. Las exaltadas
emociones nunca despertarán la sonrisa perenne de nuestros hijos.
Debemos cambiar, por los papis, por la
amistad de los retoños, por la sangre convertida en amor. Empecemos hablándonos
con respeto, cada uno por su nombre y en diminutivo; cumplamos con lo que a
diario exigimos a los pequeños, decir “por favor” y dar las “gracias” por todo;
pidamos las cosas con gran reverencia y sencillez, porque las órdenes y los
gritos son para los que tienen botas en la cabeza; ofrezcamos el doble de lo
dicho (más cabizbajos todavía) a las personas que nos cuidan y atienden, y
asegurémonos que nuestros niños hagan lo mismo.
Cuando el último suspiro llegue a uno de
nosotros, ya habremos almorzado mil veces los 12 platos sin Iscariotes, ya habremos
bebido el vino y compartido el pan sin remordimiento por el mañana, ya habremos
resucitado sin necesidad de crucifijos. En esa mesa dulce y de la mejor madera
que compartimos los domingos, el llanto de las wawas y las pataletas de los
viejos serán anécdotas que contaremos a Diosito para sacarle una sonrisa.
Me encanta... Dosho, gracias por las palabras, por que muestras que con ellas se pueden construir fuentes inagotables de renovacion espiritual.
ResponderEliminarmuchos abrazos hermano.
Los abrazos tuyos son correspondidos hermano.
EliminarHola mi estimado hermano Donaldo, quisiera agregar algo al mensaje de entrada que pone en su web site.
ResponderEliminarTodo aquello que incentive al hombre a ser mejor, encontrar la paz interna, y con ello vivir en armonía con el entorno, siempre debe ser recomendado, en ese sentido, me uno con vuestra práctica terapeútica.
Desde mi trinchera de la medicina, otra forma terapeútica de lograr lo antes dicho, es diciéndole a la persona, paciente o no paciente, que haga ejercicios, y eso va de la mano del tipo de persona, al que es sedentario jamás le indicaré que haga ejercicio intenso, bastará con caminatas de 3 veces a la semana, de 45 minutos, y ligeras; pero si es alguien como usted o como yo, osea vigorosos, todo terreno, entonces la indicación es 30 minutos de ejercicio intenso, 5 veces a la semana.
Bien mi hermano, contraste para reflexion, pues ambos deseamos que la persona siempre sea mejor, con aquello que le proporcionamos, pero todos no pueden recibir lo mismo.
Un abrazo hermano, y seguimos en contacto.
Bendiciones,
Dr. Alberto Alcibíades Salazar Granara, Médico Cirujano.
"No todos pueden recibir lo mismo". Tomo como buen aprendizaje tus palabras hermano Alberto, dado que a cada uno según su necesidad ¡Gracias!.
EliminarBendiciones para Ud. también.