Esa conversación indujo a las
preocupaciones como la mala digestión al vómito. Mal día para sacar al sol los
sentimientos aprisionados en esta garganta desagradecida; ni siquiera tuve
oportunidad para quejarme del clima como para disimular. Así fue que salió de
sus labios esa pregunta que sentí avinagrada: ¿Por qué te preocupas tanto? ¿De
qué te preocupas tanto? Y él mismo se respondió para hacérmelo saber: no me
preocupa cuántos hijos tendré, sino oponerme a la fertilidad de la Naturaleza;
no me preocupa la educación de mis hijos, sino las enseñanzas que deben poner
en práctica; no me preocupa su profesión, sino que olviden la escuela del eterno
aprendizaje; no me preocupa el alimento del día, sino dejar de nutrirme de la Fe;
no me preocupa la falta de dinero, sino que se agote la bondad de la Providencia.
Como podrás ver querido amigo –siguió hablando- me preocupo más de lo que debería.
Recarga en la Catedral del Cusco A Juan Víctor Núñez del Prado Béjar Frente a frente, estamos. Tú me miras desde arriba, ni tan arriba, ni tan abajo, lo justo para decirme con tu mocha que me quieres, lo justo para que me corrijas. Yo aquí, parado, abajo, en estas bancas donadas, levanto la mirada, levemente. Te miro y lloro Tayta de los Temblores. Tantos años, tantos tiempos y no termino de descifrarte; siempre hay detalles, siempre revelas pensamientos en mí. Pero hoy no, no quiero decir quién eres. Tu mirada me lo impide. ¡Perdóname! ¡Dame fuerza! Yo soy tú, somos uno, pero tú sigues allí arriba y yo, aquí abajo. Es nuestra dualidad. Recorro esta Catedral, despacio, en silencio, cauto. No río ni lloro, solo estoy . El pasado no me sobrecoge. La altura no me atormenta. La oscuridad no me llama. Los claroscuros, me definen. Escucho el coro y mi respuesta es contundente: “en mi barca no hay oro ni espadas, tan solo redes y mi trabajo”. En cada pintura, que me recuerda a mis anteriore
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