Ayer visité al abuelo. Por fin tomé valor
para decirle un par de cosas que atrasaron la sonrisa de la infancia... Ya
frente a él no me reconoció para nada ¡Más al contrario me coqueteó creyendo
que era una señorita!.. Grande Abuelito, no hay necesidad de aclarar nada, ya
todo está olvidado por ambos. Más todavía, te envidio viejo, porque vives el
presente como ninguno y lo haces con la alegría de antaño, como ninguno. ¡Has
retornado a la inocencia y me devuelves la sonrisa con creces!
No importa el motivo ahora, pero hay días que amanecen oscuros. Son esos días malnacidos en que nos metemos de lleno al hoyo de nuestros vicios e imprudencias. Días negros, malditos. Están cargados de rabia, odio, frustración, decepción y cólera. Estos sentimientos hacen de la oscuridad un lugar acogedor desde donde disparamos los dardos envenenados más certeros para desmenuzar lo que hemos construido o lo que tanto nos costó amar. Nos convertimos en esa parte del universo, la que absorbe todo a su paso, incluyendo la luz de las estrellas y los pedacitos estelares de pan, somos agujeros negros en plena y orgullosa acción. ¡Así se van al carajo "esos días maravillosos" y se acabaron las "palabras de amor" para todos! Sí pues, esas caídas en el hoyo de nuestras negras emociones son constantes en nosotros los seres ordinarios. Sí pues, la furia, la rabia y todo aquello es parte de nuestra vida y así será siempre, hasta que aprendamos a manejarlas. Pero hasta
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