Maestro miedo, antes de ofrecerte esta plegaria, perdóname por creer que empujas mis emociones hacia abismos interminables. De rodillas y con sumo remordimiento reconozco que me equivoqué.
Por favor, con todo respeto, permite que recite tus enseñanzas:
Maestro miedo, gracias por recordarme que no debo luchar contigo, porque no eres mi enemigo.
Maestro miedo, gracias te doy por enseñarme a ser precavido y cuidadoso.
Maestro miedo, gracias por forjar mi instinto de protección y supervivencia.
Maestro miedo, gracias por recordarme que estoy hecho de blanda madera.
Maestro miedo, gracias por decirme que soy pequeñito e insuficiente.
Maestro miedo, gracias por mostrarme que soy inseguro en muchas cosas y en varias circunstancias.
Maestro miedo, gracias por enseñarme respeto y reverencia a las cosas que temo.
Maestro miedo, gracias por ayudarme a reconocer mis límites solo para rebasarlos.
Maestro miedo, gracias por mostrarme las aguas en las que no puedo navegar todavía.
Maestro miedo, gracias por enfermar mi cuerpo y mi mente solo para que pueda encontrar la cura.
Maestro miedo, gracias por ser franco y directo como un padre o un amigo, pero sin adulaciones.
Gran maestro miedo, gracias porque así me enseñas a tener fe y esperanza en este y en todos los momentos.
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