Cuando era niño pensaba que podía volar como Superman e imaginaba que
salvaba a la gente del peligro. Una vez intenté volar de mi cama a la
cama de mi hermano, pero no pude. Fue entonces que me di cuenta de dos
cosas, que no podía volar y que era muy pequeñito siquiera
para intentar saltar... obvio ¿no? ja, ja, ja. Mientras lloraba mi madre me consoló
diciendo que eventualmente aprendería a volar, pero si seguía soñando.
No lo busquemos en la Municipalidad, porque sería una marioneta. No lo busquemos en el Inti Raymi, porque sería un divo arrogante. No lo busquemos en el teatro, porque sería un wachu actor. No lo busquemos en las panacas ni en los ayllus reales, porque sería inalcanzable, exclusivo. No lo busquemos en la piedra de los 12 ángulos, porque sería un mercachifle. ¿Dónde, entonces? (¡Hipólito, Umut'u, dónde estás!) Mientras tanto y, sin embargo, yo he visto a un Inka, a un Sapan Inka, molesto, hastiado, indignado, iracundo, agarrando una barreta que no es de oro, sino de cobre robado y punta hiriente. Lo he visto picando, fuera de sí, una piedra que solo vale por sus ángulos. Lo he visto, eufórico, rescribiendo esa piedra turistiquera (como Jesusito, con látigo en mano, en la casa de su padre). Lo he visto, airado, perdido, ido... tratando de destruir lo que ha construido. Sí, yo he visto a un Inka, a un Sapan Inka, a uno de verdacito, a uno que es del pueblo, aunqu...
Comentarios
Publicar un comentario