En esta mañana sin reposo iniciamos la lucha, aunque advertimos que no usurparemos la dignidad de nadie ni esconderemos la piedra, no daremos discursos grotescos ni sembraremos odio en los corazones desorientados, no vestiremos de verde ni obligaremos a los niños a cargar nuestras armas, no tomaremos embajadas ni nacionalizaremos la vida, tampoco ejerceremos liderazgo político ni hurgaremos en la maquinaria mediática, sino que con las justas, armados con el pensamiento reflexivo y la palabra firme, susurraremos en los corazones de quienes quieran escuchar.
No importa el motivo ahora, pero hay días que amanecen oscuros. Son esos días malnacidos en que nos metemos de lleno al hoyo de nuestros vicios e imprudencias. Días negros, malditos. Están cargados de rabia, odio, frustración, decepción y cólera. Estos sentimientos hacen de la oscuridad un lugar acogedor desde donde disparamos los dardos envenenados más certeros para desmenuzar lo que hemos construido o lo que tanto nos costó amar. Nos convertimos en esa parte del universo, la que absorbe todo a su paso, incluyendo la luz de las estrellas y los pedacitos estelares de pan, somos agujeros negros en plena y orgullosa acción. ¡Así se van al carajo "esos días maravillosos" y se acabaron las "palabras de amor" para todos! Sí pues, esas caídas en el hoyo de nuestras negras emociones son constantes en nosotros los seres ordinarios. Sí pues, la furia, la rabia y todo aquello es parte de nuestra vida y así será siempre, hasta que aprendamos a manejarlas. Pero hasta
Comentarios
Publicar un comentario