En esta mañana sin reposo iniciamos la lucha, aunque advertimos que no usurparemos la dignidad de nadie ni esconderemos la piedra, no daremos discursos grotescos ni sembraremos odio en los corazones desorientados, no vestiremos de verde ni obligaremos a los niños a cargar nuestras armas, no tomaremos embajadas ni nacionalizaremos la vida, tampoco ejerceremos liderazgo político ni hurgaremos en la maquinaria mediática, sino que con las justas, armados con el pensamiento reflexivo y la palabra firme, susurraremos en los corazones de quienes quieran escuchar.
No lo busquemos en la Municipalidad, porque sería una marioneta. No lo busquemos en el Inti Raymi, porque sería un divo arrogante. No lo busquemos en el teatro, porque sería un wachu actor. No lo busquemos en las panacas ni en los ayllus reales, porque sería inalcanzable, exclusivo. No lo busquemos en la piedra de los 12 ángulos, porque sería un mercachifle. ¿Dónde, entonces? (¡Hipólito, Umut'u, dónde estás!) Mientras tanto y, sin embargo, yo he visto a un Inka, a un Sapan Inka, molesto, hastiado, indignado, iracundo, agarrando una barreta que no es de oro, sino de cobre robado y punta hiriente. Lo he visto picando, fuera de sí, una piedra que solo vale por sus ángulos. Lo he visto, eufórico, rescribiendo esa piedra turistiquera (como Jesusito, con látigo en mano, en la casa de su padre). Lo he visto, airado, perdido, ido... tratando de destruir lo que ha construido. Sí, yo he visto a un Inka, a un Sapan Inka, a uno de verdacito, a uno que es del pueblo, aunqu...
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