Ir al contenido principal

Los herederos del sol


¿Qué significa ser Inka? ¿De qué trata su extensión, el incanismo? ¿En dónde reside la vigencia del incanismo, o mejor dicho, cuál es su dimensión esencial en esta era? ¿Hasta qué punto o con qué ánimo estamos dispuestos a solventar el estatus de los herederos del Imperio del Sol? 

Es junio. Se acerca el día en que el sol alcanzará su perspectiva más alta. Quedará quieto, mirándonos, dueño del día más que de la noche. 

Aquí, en el llano, en la milenaria ciudad del Cusco, germina el rezago de un imperio que floreció en base a la reciprocidad y que murió en manos de canallas, me refiero a los que alzaron la ambición como motivo. Seguro fuimos un imperio decadente, tirado a los excesos y al nepotismo, diluido por la ambición de las panacas y regentado por las armas y el fratricidio. Un imperio que cayó estrepitosamente bajo el poder de los nuevos señores, sí, de una monarquía trasatlántica no más lúcida que la nuestra. 

Ya independientes, aunque decididamente coloniales y extranjerizantes, fuimos germinando de a pocos el incanismo, que fue sacado a relucir de las viejas bibliotecas por intelectuales y artistas ávidos de localismo, distinción y etnocentrismo. Pusieron bajo su lengua la coqueta frase de la “identidad y la cultura histriónica”. Sacamos a relucir el Sol de nuevo, en el pecho de los doce ángulos, en la foto con los turistas, en los rutinarios bailes en la Plaza de Armas. Fabricamos estatuas y monumentos, pensamiento y emoción, color y textura, danza y escenografía. Todo ello sacamos a relucir como hijos nuevos del Sol, como incanistas. Acuñamos el “quechua puro” disimulando con una mueca hipócrita una verdad indiscutible: que todo idioma muta, cambia, agrega, deja. El incanismo surgió en el sólido orgullo de una ciudad de piedra y sentó sus bases en el resentimiento histórico, en la risa socarrona que dirigimos al extranjero, en la frustración de la constante derrota, en el irritante complejo bicéfalo de la superioridad e inferioridad, en el antihispanismo, anticlericalismo, anticentralismo y antiimperialismo. Todo ello sacamos a relucir como hijos del Sol, aquí, alrededor de estos nobles Apus que incólumes nos aguantan de todo. ¿Acaso el incanismo es sujeto de promoción turística? ¿Acaso el incanismo es fuente crucial de la identidad retrógrada? ¿Acaso el incanismo se alimenta de las aguas del apestoso Huatanay y del agonizante Vilcanota? ¿Acaso incanismo es un portal de imponentes piedras dilatadas por los dólares y los hoteles lujosos? ¿Acaso incanismo es un sentimiento que fluye en la última esquina histórica donde suelen orinar los que tenemos ganas de orinar? ¿Acaso incanismo es tener el pelo largo y ofertar a la Pacha Mama y a los Apus en un show de TV? ¿Acaso incanista es el Altomisayoq fabricado en la imaginación ambiciosa de las agencias de turismo? 

Incanista es el conquistador de su propio orgullo y de sus resentimientos. Incanista es el gran emperador de sí mismo.

Es junio. Se acerca el solsticio. La primera luz del amanecer de ese día nos auscultará sin asco. Seremos interpelados. Y una vez más, el Padre nos recordará que Inca es aquel que posee un don vital, una fuerza reproductora que hace posible la existencia y su continuidad. Inca es el reflejo de la humanidad en su estado más sublime. Entonces incanismo es el sentimiento que suma catolicismo, evangelismo, budismo, hinduismo, shamanismo, judaismo y acaso mahoismo. Incanista es un ser que elige la luz de sol como origen y fruto. Incanista es la persona que sonríe ante la oscuridad de su propia esencia. Incanista es el que lleva luz donde no la hay. Incanista es el que da aliento y propugna fraternidad y amor al prójimo. Incanista es el que escoge vivir a la luz del Sol, como todos los demás. Incanista es el que pregona con fulgor en cualquier idioma y en cualquier lugar. Incanista es el que da a manos llenas, el que convida al extranjero, el que recibe al visitante, el que matiza las noches de junio con alegres historias de bienvenida y ecumenismo. Incanista es el que avanza en el presente y toma lección enriquecedora del pasado. Incanista es el conquistador de su propio orgullo y de sus resentimientos. Incanista es el gran emperador de sí mismo. Incanista es el que vierte saber, conocimiento y elocuencia, el que acepta el cambio y la transformación, el que fluye y concibe el futuro como una esperanza de fraternidad. Incanista es, en fin, el heredero del Sol.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Después de tomar Ayahuasca

¿Qué se debe esperar después de una sesión con Ayahuasca? Para responder a esta pregunta hay que considerar la intensidad con que la Planta Madre ha actuado en tu cuerpo y en tu conciencia.  Si crees que los efectos fueron mínimos, es decir, “no sentiste nada”, entonces debes aprovechar al máximo las enseñanzas que salen de la experiencia misma: la tranquilidad del Retiro, los momentos de meditación, los ejercicios, las purgas, el silencio y los consejos del chamán. Además de ello, debes autoevaluar a profundidad tu comportamiento durante el Retiro y el estilo de vida que llevas. Pero toma en cuenta que la Planta actúa en ti aunque tú no hayas sentido nada. Pero si el nivel de intensidad fue alto, es decir, hubo mareos, visiones, vómitos, si te sobrecogieron emociones que parecían fuertes e incontrolables, si la noche dio paso a interminables pensamientos, y si tu cuerpo fue invadido por escalos fríos o calenturas, entonces calma, calma. Seguro el chamán hablará contigo al...

Flojedad

Me está dando flojedad de leer todas las idioteces   de barrocos presumidos Se cierran mis ojos y mi mente decae junto a mis mocos Prefiero unas coquitas  con tocra y chamiro y un masatito nada presumido Prefiero la conversación amena y la sonrisa amiga de quien lleva una enorme barriga    O perderme en el diluvio  que trae a mi memoria las fiestas del mes de junio Gente querida  no escriban pensando que son Los Jueces porque les saldrán sandeces Mejor cuenten un chiste o hagan una broma al idiota de la Sorbona  Leer no tiene que ser un martirio porque conversar es sencillo como el canto de un grillo Sabe Dios que en la ocurrencia  está la decencia  de quien escribe con arte y ciencia  Escribe sencillo para el niño y para el que lee el bosque y el río

Yo no te diré

Yo no te diré feliz cumpleaños. Yo no te diré feliz aniversario. Yo no te diré feliz navidad. Yo no te diré feliz año nuevo. Ya ni siquiera tengo ganas de abrazarte de pecho a pecho, fuerte, y mirarte con ojos claros y probos, ya no.  Estoy harto de fingir una fiesta, unas bombardas estrepitosas y unas compras compulsivas, y una cena descarada (una cosa es la desmesura y otra la abundancia, eso me queda claro). Estoy harto de fingir riquezas y viajes en el face para decir que estoy feliz, que la paso mejor que tú (¿Cómo podría abrazarte sinceramente siendo así? No, no puedo; ya estoy harto). Ya estoy harto de ver tus manos cobrizas y arrugadas, sentada o de rodillas, con el rostro arrepentido, suplicante y a la vez exigente, como si yo, “el pelucón”, fuera la solución a tu ¿pobreza? (¡Saca tus manos, dame paso, no soy mercancía!). Estoy cansado de ver indígenas mendigos, clasemedieros piruetas en los semáforos y ricos fanfarrones (¡Cómo podría llamar a esto fiesta! ¡Cómo podría abr...

Los días oscuros

No importa el motivo ahora, pero hay días que amanecen oscuros. Son esos días malnacidos en que nos metemos de lleno al hoyo de nuestros vicios e imprudencias. Días negros, malditos. Están cargados de rabia, odio, frustración, decepción y cólera. Estos sentimientos hacen de la oscuridad un lugar acogedor desde donde disparamos los dardos envenenados más certeros para desmenuzar lo que hemos construido o lo que tanto nos costó amar. Nos convertimos en esa parte del universo, la que absorbe todo a su paso, incluyendo la luz de las estrellas y los pedacitos estelares de pan, somos agujeros negros en plena y orgullosa acción. ¡Así se van al carajo "esos días maravillosos" y se acabaron las "palabras de amor" para todos! Sí pues, esas caídas en el hoyo de nuestras negras emociones son constantes en nosotros los seres ordinarios. Sí pues, la furia, la rabia y todo aquello es parte de nuestra vida y así será siempre, hasta que aprendamos a manejarlas. Pero hasta ...

Encantamiento para la mujer amada

Llevo 20 años de casado y debo confesar que estos últimos meses, como dice mi mujer, he estado distante. Algo de verdad tienen sus palabras, porque una mujer sabe. Entonces, hoy, mientras leía, encontré una receta para atizar el fuego del maridaje. Dice así: “[hay que] cantar a nuestra mujer […] Para que nuestra mujer nos ame”.   Sí, en efecto, vale ir al karaoke y dedicarle la canción de enamorados o cantar con voz de gallo degollado el tema romántico de temporada (excepto Bad Bunny). También vale sorprenderla vestido de mariachi con micrófono en mano o hacer la fonomímica en calzoncillos. Sí, vale. Pero, esta receta no habla de ello, aunque se pueda interpretar así. Habla de otro tipo de canto, de un encantamiento.  El consejo proviene de un indígena amazónico del pueblo shuar, Jorge Caringkia. Dice que su padre y, especialmente su abuelo, le enseñaron a cantar para que su mujer siempre lo ame. Jorge, sin embargo, no precisa cómo, pero comprendo que se trata de un canto pers...