Poema.- |
En los Andes recuerdan martirologios y en el mundo rige el capitalismo (el único régimen que involuciona de civilizado a salvaje).
El extractivismo, el patriarcado y el economicismo echan mano de mi cuerpo.
Mis manos están llenas de petróleo y consumismo.
Escucho discursos, en quechua y castellano, en urarina y awajún, todos en pie de lucha.
La Pachamama, la Madre Tierra y la Selva están vivas; son mujeres espoliadas.
El cuerpo, la vida y las semillas están en pie de lucha.
Los seres, entre vivas y hallallas, kausachun y kusas, están en pie de lucha.
Gritan con el puño arriba y la voz ronca.
Cercan sus cuerpos, sus tierras y territorios.
Ponen el pecho y dan un paso adelante; indomables.
Visten de colores blancos y rojos, cushmas y plumas, faldas negras y flores.
Vociferan en el micrófono y se ufanan de dolientes (aunque esconden una sonrisa).
Pero ¿Cuánto podemos durar en pie de lucha?
Se van los patrocinadores (mejor dicho los azuzadores).
Se apaga el audio. El auditorio está vacío.
El fogón reluce en la intimidad. No hay guerras ni alaridos.
El corazón ronronea y el humo disipa el aliento.
Las hojitas de coca, en kintu marcial, esparcen su gracia a los cerros.
Agradecemos, invocamos, procuramos, querenciamos y solicitamos.
Llamamos a los Apus y decimos: hampuy apachetas, cuiden el ganadito, cultiven mis semillitas y eduquen a mis hijitas.
No está permitido odiar ni rencoriar, solo ofrendar y respetar.
Pero ¿Cuánto puede durar el querenciar?
El dilema:
¿Guerrear o querenciar?
¿En pie de lucha o de rodillas ante el querer?
¿Tirar la primera piedra o recibirla con la otra mejilla?
¿Alzar la mano contra el prójimo o darle la mano?
¿Llorar iracundo o sollozar con inocencia?
¿Vender los panes o repartirlos gratuitamente?
Pero...
¿Cuánto podemos durar en pie de lucha?
El tiempo que el patrocinador quiera.
El tiempo que demande la ceremonia.
El tiempo del alquiler de las armas.
El tiempo de las baterías del micrófono.
El tiempo de vida del megáfono.
El tiempo que dura una rabieta.
El tiempo que madura el rencor.
El tiempo que puede resistir la indignación.
El tiempo que vemos el noticiero de la mañana.
El tiempo que dura el discurso de un demagogo.
El tiempo que un extraño dice que sabe de nosotros.
El tiempo que nos empujan al odio.
El tiempo de un libertador asalariado.
Pero...
¿Cuánto puede durar el querenciar?
El tiempo que criamos a nuestros hijos.
El tiempo que miramos el horizonte.
El tiempo que nos acaricia el sol.
El tiempo que nos susurra el viento.
El tiempo que agradecemos.
El tiempo que abrazamos a la persona amada.
El tiempo que endulzamos la palabra.
El tiempo que miramos la creación.
El tiempo que oramos por los demás.
El tiempo que hacemos el amor.
El tiempo de la siembra y la cosecha.
El tiempo de un padrenuestro, una avemaría y un credo.
El tiempo de una buena comida.
El tiempo de un sacrificio.
El tiempo de un canto devocional.
El tiempo que dura gestar una criatura en mi vientre.
El tiempo que dura el parir.
El tiempo que dura compartir los 10 panes y peces.
El tiempo que dura aprender y enseñar.
El tiempo que dura rascar la espalda ajena.
El tiempo que dura proteger el pecho ajeno.
El tiempo que dura una carcajada.
El tiempo que dura nuestra alegría.
El tiempo que dura un favor.
El tiempo que dura un ayni y una minga.
En conclushon...
No quiero desvirtuar tu lucha, solo abrir tu puño y darte la mano.
No quiero acallar tu grito, solo escuchar tu carcajada.
No quiero colonizarte, sino descolonizar tu ira.
No quiero dominarte, solo quiero pedirte perdón.
No quiero violentar tu cuerpo, solo adornarlo con una flor-sonrisa.
No quiero que recites iracunda, sino que grites incansablemente al parir.
No quiero que estés en pie de lucha, sino que te inclines al querenciar.
Lucha sin querencia es vaciar el alma, querenciar sin luchar es vaciar el cuerpo
ResponderEliminarProfundo!
Eliminar