"¿Qué estás pensando, Donaldo?" Me pregunta Facebook. ¡Qué te importa! --me dan ganas de decirle--. Pero si insistes, te lo diré: eres un papel en blanco para el terrorista de la letra. Eres un hipócrita, porque incitas a que los pensamientos salgan sin filtro y luego impones tus "reglas comunitarias". Nos tratas como cavernícolas, escribiendo lo que pensamos sin la más mínima consideración (en vez de teclado tenemos macana). Tu negocio es la desidia del pensamiento, el chisme azuzador y la grosería abreviada ("crjo, mda, ctm"). Tu publicidad explota cuando hay guerra, violencia y protesta, como en el Perú. Mientras tú facturas, nosotros nos sacamos los ojos, y los sesos, y las vísceras. Tu negocio invoca a la muerte ("que se muera, metan bala, asesina"). Yo no quiero tu like ni el de nadies, yo solo quiero un abrazo, digo, quiero darle un abrazo a la señora D y a Otárola, y decirles, face to face, con lágrimas, que paren, que ya está, que es suficiente.
No importa el motivo ahora, pero hay días que amanecen oscuros. Son esos días malnacidos en que nos metemos de lleno al hoyo de nuestros vicios e imprudencias. Días negros, malditos. Están cargados de rabia, odio, frustración, decepción y cólera. Estos sentimientos hacen de la oscuridad un lugar acogedor desde donde disparamos los dardos envenenados más certeros para desmenuzar lo que hemos construido o lo que tanto nos costó amar. Nos convertimos en esa parte del universo, la que absorbe todo a su paso, incluyendo la luz de las estrellas y los pedacitos estelares de pan, somos agujeros negros en plena y orgullosa acción. ¡Así se van al carajo "esos días maravillosos" y se acabaron las "palabras de amor" para todos! Sí pues, esas caídas en el hoyo de nuestras negras emociones son constantes en nosotros los seres ordinarios. Sí pues, la furia, la rabia y todo aquello es parte de nuestra vida y así será siempre, hasta que aprendamos a manejarlas. Pero hasta
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