Reflexión sobre la protesta indígena y el resentimiento
Estoy de acuerdo con la protesta (con su cauce pacífico). Sí, también estoy indignado y por momentos molesto --más que todo atravesado-- por la violencia, los muertos, los heridos, los detenidos. Pero mi rabia no desembocará en la vida de otro, eso no. Mi daga no tiene filo, es de utilería, solo tiene brillo.
No tengo resentimientos, a todos los vomité en su momento. Rezagos, talvez haya, pero nada consistente como para asaltarte con odio. Así es, porque yo te entiendo, te entiendo, y te respeto y te quiero, aunque me calles y me vuelvas a callar con tu ropa de civil y tono militar.
Así que lo mío no es resentimiento, pero protesto. Lo mío no es violencia, pero protesto. Lo mío no es vandalismo, pero protesto. Lo mío no es terrorismo, pero protesto. Lo mío no es comunismo, pero protesto.
Sí, y protesto sin el polito blanco manchado de sangre (¡sin la bandera!). Protesto por una paz sin balas, protesto por la mujer de ojotas coraje, protesto por la voluntad popular quebrantada, protesto por el discernimiento ignorado... En fin, protesto porque ya es hora de protestar.
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