Recuerdo el mensaje del viento en mi cara, los consejos de la lluvia sobre mis hombros, el claro discurrir del agua sobre el barro, los cerros con sus pies estables y reposados, el ánimo pausado de los árboles y el andar de los bichitos a mi alrededor. Sentado en la acogedora maternidad de la tierra y con el corazón apretujado por el universo y su infinidad, respiro suave y tranquilamente, sonriendo en mi interior mas no en mis labios. Siento que la paz está en mí, siento que la paz soy yo. Todo a mi alrededor tiene sentido, vida y sentimiento. Así lo creo y lo veo claramente, más aún, soy parte de todo ello, es decir, una infinitésima y pequeñísima parte, casi nada, talvez un alguito, pero eso soy y allí existo. Me alimento de la fuerza de quienes ahora me rodean. Soy luz, armonía, vuelo, movimiento, color, dulzura, canto, sabiduría, exactitud, decisión, quietud, voluntad, alegría y fe. Soy maravilloso y todo lo maravilloso me rodea. Nada existe sin mí y yo no existo sin ellos. Todo cuanto soy ha sobrepasado el miedo, la ironía, el sarcasmo, la impaciencia, la ansiedad y el mal genio, aunque de vez en cuando regreso a ellos -más bien diría que con frecuencia regreso a ellos- pero trato de sentir otra vez el mensaje del viento, obedecer los consejos de la lluvia, la enseñanza del agua, la sobriedad de los cerros, la actitud de los árboles y la insólita paciencia de los bichitos... y así existo de nuevo, regreso de donde vine, encuentro el punto exacto de la concepción y del parto, renazco otra vez y así cada vez que lo deseo. Ojalá un día llegue a ser Maravilloso siempre.
Recuerdo el mensaje del viento en mi cara, los consejos de la lluvia sobre mis hombros, el claro discurrir del agua sobre el barro, los cerros con sus pies estables y reposados, el ánimo pausado de los árboles y el andar de los bichitos a mi alrededor. Sentado en la acogedora maternidad de la tierra y con el corazón apretujado por el universo y su infinidad, respiro suave y tranquilamente, sonriendo en mi interior mas no en mis labios. Siento que la paz está en mí, siento que la paz soy yo. Todo a mi alrededor tiene sentido, vida y sentimiento. Así lo creo y lo veo claramente, más aún, soy parte de todo ello, es decir, una infinitésima y pequeñísima parte, casi nada, talvez un alguito, pero eso soy y allí existo. Me alimento de la fuerza de quienes ahora me rodean. Soy luz, armonía, vuelo, movimiento, color, dulzura, canto, sabiduría, exactitud, decisión, quietud, voluntad, alegría y fe. Soy maravilloso y todo lo maravilloso me rodea. Nada existe sin mí y yo no existo sin ellos. Todo cuanto soy ha sobrepasado el miedo, la ironía, el sarcasmo, la impaciencia, la ansiedad y el mal genio, aunque de vez en cuando regreso a ellos -más bien diría que con frecuencia regreso a ellos- pero trato de sentir otra vez el mensaje del viento, obedecer los consejos de la lluvia, la enseñanza del agua, la sobriedad de los cerros, la actitud de los árboles y la insólita paciencia de los bichitos... y así existo de nuevo, regreso de donde vine, encuentro el punto exacto de la concepción y del parto, renazco otra vez y así cada vez que lo deseo. Ojalá un día llegue a ser Maravilloso siempre.
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